La gastronomía de Encarnación de Díaz es deliciosa y variada.
Todo ello es un latir de corazón en el chirrido de los comales..
¡CONOZCAMOS UN POCO DE ELLA!
La gastronomía de Encarnación de Díaz es deliciosa y variada.
Todo ello es un latir de corazón en el chirrido de los comales..
¡CONOZCAMOS UN POCO DE ELLA!
El gusto del norte no olvida sus lecciones, por ello habrá platillos de manufactura indígena y mestiza que se revivan sin aspavientos, particularmente en algunos puestos que se encuentran ubicados por las calles del municipio.
Los tacos al vapor, mejor conocidos como tacos «sudados» no pueden faltar en el almuerzo de un buen «chonense»
Los jaliscienses y «chonenses» también recurren mucho a la amplia variedad de tamales, a los espesos y ricos atoles. Durante horas, con mucha paciencia, se elaboran estos antiguos platillos prehispánicos.
Si de atoles se trata, la lista abarca los de fresa, coco, zarzamora o nuez; el tradicional champurrado, que se elabora con chocolate; el de maíz, el de tamarindo y el de vainilla, entre muchos otros.
El norte de Jalisco es cultura emblemática del sabor mestizo que da identidad a la cultura mexicana: maíz, chile, vaca y cerdo. Pero es el chile el principal y discreto ingrediente que tiene en esta zona usos protagónicos en los platillos o para conservar alimentos, para animar el apetito.
Otras de las especialidades gastronomicas del municipio, es el pan, claro, no puede faltar en la mesa de las familias locales y visitantes de este bello pueblo.
Así, en la conservación del gusto gastronómico de los Altos norte, se ofrece y se hospeda la riqueza histórica y natural que contando sus orígenes le permite sobrevivir.
Las buenas carnitas que se encuentran dentro del municipio, así como en la delegación del Bajío de San José, son reconocidas por su buen sabor y el sazón con el que se preparan.
Un buen trago de tequila derecho abre el apetito y prepara el espíritu para la convivencia. Para «bajar» los tamales: cervezas, aguas frescas, refrescos embotellados o el tradicional atole.
La fiesta tiene un momento mágico, ocurre cuando las mujeres destapan las ollas de tamales de las que emerge el vapor oloroso a elote y gratitud. Hay aplausos y hasta gritos. No hay discursos. Bastan las risas y el ofrecimiento sin tregua: «¿otro elotito?»